Hay mucho escrito
sobre coleccionar, hay quienes lo relacionan con personalidades más obsesivas,
con personalidades conservadoras…de todo un poco.
Siempre pensé que
quien es coleccionista, nunca tiene una única colección. Quien es coleccionista
en general encuentra varios motivos, seguramente una de sus colecciones es la
más numerosa, la más cuidada y clasificada, pero rara vez alguien que tiene la
pasión de coleccionar sólo lo hace alrededor de un único motivo. Siempre hay un
primer grupo de objetos que es el más querido porque es la primera colección
que recordamos, compuesta por objetos
que seguramente llegaron a nuestras vidas como regalo de alguien que ya no
está, y que fue importante de algún modo para nosotros o simplemente por
alguien que queremos mucho, o como fruto de un viaje que marcó nuestras vidas.
Yo “junto” de todo,
en una época monedas, cajitas de fósforos, luego lapiceras con publicidad, pero
desde siempre tuve lechuzas, poquitas cuando era chica y hoy son una multitud. También
colecciono teteras y cremeras, pies de tortas y masas, platos de postre
antiguos, palitos para sushi, entre otras cosas, pero si tengo que destacar una
de todas mis colecciones, seguramente elegiría las lechuzas.
Quienes coleccionamos
familias de objetos, no sólo disfrutamos de reunir gran cantidad de objetos,
sino también del placer de buscar y encontrar la mejor manera de exhibirlos.
Pasamos mucho tiempo decidiendo cómo hacerlo, de qué forma se verán mejor y más
destacados; encontrar el lugar y
exhibidor ideales no es tarea fácil. Nos puede llevar mucho tiempo, pero cuando logramos el objetivo, es un
placer enorme.